Un espacio que reinterpreta el vínculo entre auto y hogar. El garage deja de ser depósito para transformarse en escenario vital, donde la movilidad ecológica comparte rituales cotidianos: un asado, una lectura, un descanso.

El recorrido nace en la memoria urbana: adoquines que se desmaterializan hasta formar muros de gaviones, evocando los primeros parques de Puerto Madero. En el interior, la piedra sintética recorre suelos y muros, mientras un deck de madera y el fuego aportan calidez.

Bajo la pérgola solar, tradición y tecnología se entrelazan para dar forma a un refugio urbano. El futuro de la movilidad se integra a la serenidad del hogar: los autos ya no esperan, habitan.