Como autores del Jardín de Invierno en Casa FOA 2025, nos embarcamos en la apasionante tarea de reimaginar este espacio tradicional, adaptándolo a las necesidades y sensibilidades contemporáneas. Nuestra propuesta se centra en dotarlo de funcionalidad, convirtiéndolo en un refugio que invita a la introspección y al encuentro, un rincón de nuestras casas que nos permite reflexionar, estar en paz con nosotros mismos y otorgar significado a nuestro interior y entorno inmediato.

Al ingresar, el visitante es recibido por un sofá protagónico que ocupa casi todo el ancho del espacio. Tapizado en pana color uva, este mueble resuena con la parra que, desde el techo visible, extiende sus ramas y hojas, creando un vínculo orgánico entre el interior y el exterior. Este elemento natural, que ha trascendido el tiempo junto a la arquitectura de la vieja casona, aporta una textura orgánica y un vínculo con la historia del lugar.

Frente al sofá, un mueble de piso a techo revestido con espejos y perfilería pulida refleja y multiplica la luz que ingresa del techo abierto. Este juego de reflejos amplifica la sensación de amplitud y luminosidad, creando una atmósfera envolvente que invita al ensueño. El piso, compuesto por baldosas de vidrio transitable, refuerza la transparencia y la honestidad del diseño, permitiendo una conexión visual directa con el suelo original.

En una de las paredes, un estante de piedra Dekton, sostiene un decantador de té que, gota a gota, llena el ambiente de aromas autóctonos. Este detalle invita a una experiencia sensorial completa, estimulando el olfato y evocando la tradición del té como ritual de calma y reflexión.

La iluminación juega un papel fundamental en la atmósfera del jardín. Una lámpara de acrílico, concebida como una pieza escultórica, cuelga inerte, sin emitir luz propia. Sin embargo, al anochecer, es iluminada desde varios ángulos por reflectores, proyectando sombras y luces que transforman el espacio y evocan la luz del día en un juego de claroscuros.

Este jardín de invierno trasciende su función tradicional para convertirse en un espacio polivalente. Durante el día, es un refugio personal de quietud; al caer la tarde, se transforma en un lugar de encuentro, donde se puede disfrutar de un buen té, una copa de vino o escuchar música con sonido envolvente que emana de una bandeja para vinilos. Es un espacio para el encuentro y compartir nuestros propios destellos con el otro, un lugar donde permanecer y conectarse.

El diseño se extiende más allá del jardín, integrándose con el resto de la casona. Las paredes del pasillo contiguo están pintadas en tonos rojo y rosa pálido, separados por molduras, creando una transición cromática suave hacia el jardín. En el tramo final del pasillo, una instalación de gres modelado emula las ramas de una parra, conectando visualmente con el techo del jardín y simbolizando la continuidad entre interior y exterior.

Este proyecto reimagina el patrimonio y proyecta el diseño hacia nuevas dimensiones.
En la concepción de este Jardín de Invierno, se buscó  la participación colaborativa de actores resonantes del arte y el diseño, quienes han aportado un valor superador al proyecto. Juntos, hemos forjado una propuesta auténtica que desafía lo convencional, invitando a la sorpresa y a la felicidad.

Este espacio, más que un jardín, es un refugio contemporáneo que promueve la introspección y el encuentro. A través de una meticulosa selección de materiales y elementos sensoriales, hemos creado un ambiente que refleja la evolución de la vida moderna, ofreciendo un refugio de paz y conexión en medio de la vida cotidiana.