Como una moneda, este proyecto muestra sus dos caras, nocturna y diurna. clubcita y olivea

El recorrido comienza atravesando un túnel oscuro que nos prepara para encontrarnos con clubcita, un espacio reservado de acceso libre, un pequeño recinto con aroma a club de amigos, un lugar con sentido de pertenencia donde el bartender te guiña el ojo y te sirve “lo de siempre”.

Todo se transforma cuando las luces bajan y la musiquita de fondo empieza a sonar. La calidez de una envolvente completa de madera, la presencia de arte y mobiliario soft convierten a estos m2 en un “club de citas”, un espacio donde los cócteles y las miradas cómplices son el escenario perfecto que anuncia una linda noche en la ciudad.

Sea usted bienvenido, pase, tome asiento y disfrute de Clubcita, Salud!

Olivea es lo que sucede después de cruzar el telón. Su doble altura y grandes ventanales nos presentan un ambiente luminoso y espacioso generando una atmósfera matinal con aroma a café recién preparado.

Un maridaje que une a la piedra natural, la madera maciza y la terracota nos sitúan en ambiente rupestre y sincero. Lo que hay es lo que se ve, lo imperfecto se vuelve perfecto. El árbol que deja caer sus hojas, la luz tamizada por cortinas que rozan suavemente el piso, la madera muestra sus vetas. Un resultado honesto, natural y real.

Concebimos el espacio como un eje central que configura toda la escenografía, buscamos una simetría natural obteniendo su máximo punto de tensión en el plano superior, donde una instalación realizada con el antiguo cielorraso del comedor se lleva todas las miradas.

Un gesto que dice más de lo que muestra, lo que antes era, hoy vuelve a ser, pero distinto. El sutil arte de re-utilizar y dar una segunda oportunidad.

Un espacio para ver y para verse, un espacio para vivirlo. El reflejo presente como elemento lúdico-compositivo. El reflejo muestra, agranda y esconde siempre una cara, como la moneda.