Desde tiempos ancestrales, la campana ha sido un objeto de unión espiritual y social. Presente en templos, monasterios y espacios rituales de distintas religiones, su vibración convoca a la comunidad y abre la posibilidad de un diálogo interior. Este proyecto busca recuperar esa dimensión simbólica y sonora de la campana. Colinet invita a María Gomensoro, paisajista a trabajar juntos en forma honesta y respetuosa,  para generar un entono íntimo, sensible, lleno de colores y aromas en su mayoría compuesto por autóctonas. Los invitamos a que muten por un momento y sean pájaros y mariposas de este pequeño rincón.
Ramiro Colinet Tellechea,2025.

Cuando el sonido es movimiento y la materia lo atrapa.
El poder de la vibración, un mantra, un sonido gutural o el simple hecho de tararear.
Las cuerdas vocales se estimulan, lo sutil del cuerpo se comunica.
El nervio vago se activa, manda señales y se comunican los sistemas, los vitales, los del afecto.
El sonido de las campanas en lo público le avisan a cada molécula que es hora.
Cada uno sabrá la hora de qué. Su hora, llegó su hora.
Mientras los cuerpos y las materias se mueven con el sonido, cada cual persigue su destino, su llamado.
Hasta encontrar la materia.
Es barro, es cerámica, lo primitivo, lo orgánico.
Sigue siendo lo orgánico que entre el llamado y la vibración te regalan la belleza.
La belleza del volumen modelado seco.
La belleza de la flor que siempre te esperó mientras te movías respondiendo a tu llamado.

Cecilia Tello D’Elia
Montevideo, 2025.