Una gran caja blanca y silenciosa, reinterpretación contemporánea de las canteras de donde emergen las piedras naturales. Un volumen macizo, pétreo y monolítico que, a través de la sustracción, revela su esencia: la materia mineral.

Acceso y recorrido: una sutil apertura conduce al visitante a un pasaje lineal de silencio. Desde allí se despliega un recorrido longitudinal donde muros blancos horadados dejan entrever ónix, mármoles y cuarcitas. Cada abertura convierte la piedra en obra de arte, desplegando mapas geológicos, vetas, halos y destellos translúcidos.

Atmósferas: un basamento pétreo otorga raíz y, por encima, un remate más liviano asciende a 4.20 m. El ensanchamiento divide el espacio: un altar pétreo de nichos minerales y mesas asimétricas, y un auditorio con bancos de distintas piedras frente a una proyección que celebra 20 años de la marca.

Materia y contemplación: una iluminación difusa enaltece la perfección natural. Cada superficie muestra vetas, brillos y transparencias, invitando a una contemplación museística. La piedra es piel y emoción, memoria milenaria.

Salida: un pórtico de planos quebrados evoca la lógica de la cantera. El visitante abandona la caja blanca cerrando un recorrido lineal, introspectivo y ceremonial.

Este espacio invita a sentir la piedra, en una secuencia de color, textura y acabado que despierta la vibración de la tierra, transmitiendo lujo atemporal, autenticidad y una fuerza silenciosa que permanece.